4/4/07

Pueblo chico, infierno grande

El prejuicio vecinal

El juicio por jurados es extremadamente problemático en pequeñas ciudades. Donde la gente se conoce, habrá que ver si conviene que quienes saben vida y misterios de los demás integren los jurados. Allí el prejuicio es fácil, y el comentario de plaza substituye con frecuencia el difícil análisis de la prueba.

Substituir al jurado por gente de otra ciudad presenta problemas de tipo logístico y presupuestario. Se debe mudar a no menos de 18 personas de una ciudad a otra, darle alojamiento, alimentarla, pagarle los viáticos e indeminazarla por el dinero perdido en su trabajo.

La mudanza de jurados se hace en los países más ricos, pero a pesar de que cuentan con otras estructuras administrativas y una larga tradición en la materia no deja de ser problemático. Los gastos de justicia son inmensos, al punto que estos países ricos tienden a suprimir el juicio por jurados.

Los jurados tratarán de no concurrir a los tribunales

Así de vacíos acaban los estrados judiciales por el ausentismo de los jurados

El jurado es una selección de gente en las que están impedidos muchos de intervenir, y otros tratarán de no concurrir.

En este sentido debe advertirse que las excusas para no integrar jurados que pueden tener que pasar días enteros escuchando testimonios y pruebas, serán muchas.

Los candidatos a jurado, además, temen involucrarse en una actividad que los habrá de exponer cara a cara con personas criminales. Temen juzgar. Temen condenar. Temen por las represalias del imputado o las víctimas.

Cada quien tiene su propia ocupación laboral, sus obligaciones familiares y una vida personal que se ve perjudicada por la obligación de asistir como jurado en una causa penal.

Es natural que los ciudadanos se valgan de todas las excusas a su alcance para evadir la obligacion de ser jurados. Nadie les puede culpar por ello.

¡Si estas excusas se ven a menudo en las mesas electorales para un simple domingo o cuando alguien debe declarar como testigo ante los tribunales!

Hay países donde la justicia penal está paralizada por falta de jurados. En el mejor de los casos, la convocatoria de jurados se transforma en la tarea para ardua de todo el proceso penal.

Los ciudadanos tienen toda la razón: juzgar no es su deber, no estan capacitados para ello, nadie debiera obligarlos a ser jurados.

El jurado no es democracia: es demagogia

El juicio por jurados es la demagogia aplicada a la justicia



























Los juradistas, bajo el disfraz democrático, se ajustan el ropaje demagógico: tratan de instalar que el jurado es el pueblo. Eso es totalmente falso. Nunca nos cansaremos de remarcar que —a diferencia de los jueces que son elegidos por los representantes del pueblo— el jurado no es el pueblo, ni ha sido elegido por el pueblo.

La elección del jurado al azar en el padrón electoral es tan democrático como lo sería... ¡la elección del Presidente de la Nación por sorteo! Lo que caracteriza a todas las democracias es la representación electiva, esto es, que los ciudadanos eligen a sus representantes mediante el voto. Una persona sorteada al azar no es elegida ni representa a nadie.

El juicio por jurados es puro marketing. Es un maquillaje demagógico concebido para conformar a la ciudadanía. No tiene la finalidad de mejorar la justicia (a la cual se la degrada en extremo) sino la de dar legitimidad a cualquier decisión que se tome (aunque sea aberrante).


La idea de los demagogos es conformar a las personas a toda costa. Es hacerles creer que la justicia está en buenas manos, aunque no lo esté. Lo más importante para los demagogos no es la justicia del caso, ni los derechos de las víctimas, ni la libertad personal del imputado. Lo fundamental para los demagogos es contentar a las masas para que queden satisfechas de haber participado en la administración de justicia.

Es inadmisible que se resigne la justicia del caso únicamente para conformar a la gente. Lo fundamental es siempre que se haga justicia, para lo cual es menester el conocimiento y la experiencia de los jueces letrados. Es siempre mejor obtener fallos justos aunque todos queden descontentos.

El jurado no está capacitado para juzgar

La ciencia de juzgar exige conocientos científicos que la población no tiene

El derecho penal es una ciencia que requiere de juzgador que sea técnico y tenga entrenamiento en la delicada tarea de juzgar. En tanto que juzgar es una operación intelectual, se debe estar intelectualmente capacitado para realizar satisfactoriamente la tarea encomendada.

Un jurado, en general, sólo puede llegar a comprender asuntos simples, porque generalmente está integrado por personas simples. Donde la cuestión se complica, un jurado normalmente no entendería la prueba que se expone, no podría hilar un razonamiento con otro, no podría distinguir lo principal de lo accesorio, no podría fallar rectamente.

Es natural que gran parte de la población se crea capacitada para juzgar. Así como el loco no es capaz de reconocer su condición, el inexperto que no es confrontado con su error (porque salvo en contadas ocasiones, el inocente no puede demostrar su inocencia), tampoco es capaz de reconocerse como una persona incapacitada para juzgar.

No se trata de una pedantería por parte de los jueces. La población en general está incapacitada para realizar mejor la labor que requiere de conocimientos especiales, como la de los albañiles, carpinteros, comerciantes, hekrreros, panaderos, médicos, ingenieros, etcétera, pero nadie diría que estar personas son pedantes al afirmar su mayor conocimiento.

Es una necedad encomendar tareas técnico-científicas a los inexpertos. Los expertos siempre realizan una mejor labor que los inexpertos y sustituir a aquéllos por éstos siempre es una mala decisión. Es como decir que la Asociación de Fútbol Argentina (AFA) tiene que poner en la selección a los futbolistas amateurs, porque los profesionales están aburguesados y a veces juegan mal. La opción propuesta sin duda no va a brindar mejores resultados.

Los jueces tienen mayores y mejores conocimientos que la población en general. Si Dios omnisciente cada tanto nos brindara un informe de la enorme cantidad de errores judiciales que cometen los jurados populares, a nadie se le ocurriría proponer este oscurantista, antidemocrático y nefasto sistema de juzgamiento penal.

27/3/07

Al jurado se le pasan cosas por alto

La inexperiencia hace que el jurado esté ciego a cuestiones relevantes

Todos somos mejores en aquello que hacemos profesionalmente. El que escuchó 2000 declaraciones (como funcionario o como abogado) antes de llegar a juez tiene mejores posibilidades de aprovecharse de la inmediación, está entrenado en mantener la atención en audiencias de varias horas y ―como entra al juicio con el derecho más o menos sabido― está en mejores condiciones de separar lo esencial de la hojarasca.

Al jurado que recibe las instrucciones ex post, con los testimonios ya dados, hay muchas cosas que se le habrán pasado por alto. Lo diremos una vez más: Un juez pasa por un cursus honorum que incluye antecedentes y capacitación, y cada vez le exigimos más preparación. No es verso, ni elitismo, ni nada parecido, decir que eso lo pone en mejor situación de apreciar prueba o de argumentar en derecho, o de estar precavido de falacias argumentales o de golpes de escena.

Los hechos puros no existen

Improvisando al jurado una mini clase de cinco minutos para enseñarle a juzgar

Hablar de un jurado que decide sobre hechos puros es hablar de algo que no existe, porque siempre hay que hacer un encuadre jurídico de la conducta. Todo esto nos lleva a preguntarnos cuál sería la consecuencia de establecer un sistema por jurados que no se vea vinculado por jurisprudencia en su aplicación del derecho.

En primer lugar, opacidad. Por más que se defina en las instrucciones, un tribunal superior no puede controlar el razonar que llevó al jurado a "tener por probada" tal conclusión. En cuanto a transparencia, el juicio por jurado es menos público que el sistema actual, donde al día siguiente podemos ver publicada la sentencia y a los tres días se comenta en una publicación sobre derecho.

En segundo lugar, imprevisibilidad, no contingente ―como puede haber en cualquier sistema incluso profesional― sino estructural. Es que hay cuestiones de encuadramiento (concurso de delitos, figuras, etc.) que complejizan los resultados posibles de una decisión jurisdiccional.

Como suele ocurrir en derecho penal y procesal penal, parece que todos los delitos consistieran en novelas de Agatha Christie donde hay que descubrir al asesino, pero hay otros que son más complejos. Un secuestro, como el de Axel Blumberg, incluye sujetos que según se vea pueden ser encubridores, autores o coautores, partícipes secundarios, etc., todas situaciones distintas.

Todas estas cuestiones no son sutilezas esotéricas, pero requieren un grado de estudio, adiestramiento y conocimientos especiales que no se pueden solucionar con simples "instrucciones".